viernes, 26 de mayo de 2017

Dependencia Emocional (El vacío que nadie llena)



¿Qué es la dependencia emocional? 
      La persona con dependencia emocional manifiesta una necesidad extrema de carácter afectivo hacia su pareja a lo largo de las diferentes relaciones que haya podido tener. Percibe como vital el hecho de estar en pareja, no soporta la soledad y necesita estar al lado de alguien a quien probablemente idealizará. En general, se trata de personas que tienen pareja desde la adolescencia, experimentan las rupturas como verdaderas catástrofes y suelen hacer todo lo posible por reanudar una relación que no funciona, ofreciendo a sus compañeros una actitud sumisa y una predisposición a aceptar prácticamente cualquier demanda.
Las tres características esenciales de la dependencia emocional son mostrar comportamientos de sumisión, tener pensamientos intrusivos sobre la pareja (p. ej., angustia ante la posibilidad de una ruptura…) y un sentimiento intenso de miedo al abandono. No debe caerse en el error de asumir que la persona sufre una adicción a la pareja del momento presente, esta problemática trasciende al momento actual, es una tendencia, un patrón de comportamiento caracterizado por buscar y mantener relaciones sentimentales para cubrir una necesidad afectiva desmedida.
 En las relaciones típicas de las personas con dependencia emocional suele repetirse un ciclo constituido por cinco fases:
  • Fase de euforiaen la que el dependiente se siente verdaderamente feliz por el inicio de una relación con una pareja idealizada desde el primer instante.
  • Fase de subordinación en la que se construye una relación desequilibrada entre un sujeto sumiso y otro dominante en la cual hay una tendencia a que cada uno de los componentes de la pareja afiance e incremente su rol: el sumiso con el transcurso del tiempo se muestra cada vez más sumiso con el objetivo de no perder a su acompañante y el dominante a su vez tiende a imponer cada vez mayores exigencias.
  • Fase de deterioro, generalmente de larga duración en la que el dependiente puede llegar a soportar situaciones injustas, humillantes o incluso maltrato psicológico o físico.
  • Fase de ruptura, mayoritariamente iniciada por la pareja dominante, con el consecuente periodo de intenso sufrimiento por parte del dependiente.
  • Aparece un triple escenario, puede ocurrir que tras los incesantes ruegos y súplicas, el dependiente persuada a su pareja para reiniciar la relación, que el dependiente encuentre a alguien que acepte iniciar otra relación de las mismas características en sustitución de la anterior o que inicie lo que se denomina una relación de transición. En esta última situación, cuya única función es paliar el malestar derivado de la ruptura, el dependiente emocional no mantiene el típico patrón de sumisión e idealización, desarrolla una relación fría y temporal hasta que aparezca de nuevo el candidato adecuado, momento en el cual volvería a iniciarse el ciclo.

Otras características de la dependencia emocional 



  • La vida del dependiente emocional gira en torno a la pareja, por ello no será infrecuente detectar un claro descuido o incluso abandono de amigos, familia o trabajo. Durante el tiempo en el cual la pareja está ausente, sus pensamientos y atención están dirigidos a este único elemento que da sentido a su vida.
  • El dependiente emocional se anula en gran medida, vive bajo el reflejo de la pareja. Las relaciones mantenidas se basan en la idealización de la pareja y en una actitud de sumisión (aunque hay formas atípicas en las que esto no es así).
  • El dependiente emocional presenta baja autoestimaautodesprecio, autorechazo, odio e incluso un intenso sentimiento de aversión hacia sí mismo. Esta es la clave que explica por qué es tan insopotable la soledad ¿Cómo soportar la propia existencia siendo alguien tan poco valioso? Se centra toda la atención en alguien “perfecto”, que alberga un gran valor por el mero hecho de existir y que hace invisible al propio ser con su brillo.
  • El miedo al abandono o a la ruptura de la relación serán constantes y como es esperable, los intentos por reanuar la relación a cualquier precio serán situaciones cotidianas en la vida de los dependientes emocionales.
  • El dependiente emocional presenta una clara tendencia a sufrir otro tipo de patologías, especialmente trastornos relacionados con la ansiedad y la depresión. Los momentos de ruptura sentimental o periodos de soledad serán los momentos de mayor incidencia de estos trastornos.
  • La persona mantendrá esta conducta a lo largo del tiempo a menos que inicie tratamiento psicológico, el motivo es que este comportamiento está en relación con un determinado patrón de personalidad que tenderá a mantenerse estable. 
     En una relación basada en un marcado desequilibrio no solo sufre el dependiente emocional sino también su pareja. La pareja del dependiente puede experimentar una intensa presión y agobio (p. ej., tener que estar siempre localizable, llamadas constantes, “imposibilidad” de dejar la relación sin ser expuestos a todo tipo de chantaje emocional, etc.). Existen además formas atípicas de personas con dependencia emocional en las que, por ejemplo, éstos adquieren un rol dominante en lugar de sumiso. En tales casos, las parejas de los dependientes sufren hostilidad, violencia psicológica e incluso física, celos extremos y toda una serie de conductas inadecuadas que responden a la necesidad de control de su  posesión más valorada: la pareja.
Relaciones destructivas



     La dependencia emocional no debe confundirse con otro tipo de relaciones destructivas como son la codependencia y la dependencia instrumental.
En el fenómeno de codependencia la persona tiende a buscar sin saberlo relaciones con sujetos con problemas (p. ej., adictos a drogas u otro tipo de problemas) con el objetivo de ejercer el rol de cuidador,papel que le genera de alguna forma satisfacción y sentimiento de utilidad.El codependiente entrega su vida (al menos mientras dure la relación) al cuidado, protección e incluso encubrimiento de la pareja, haciendo todo lo posible por controlarla y por “salvarla” de sus problemas. Mientras que la pareja del dependiente emocional suele ser dominante y narcisista, alguien que se siente cómodo en una posición de dominancia y superioridad, la pareja del codependiente adquiere un papel pasivo, “se deja llevar” por un compañero que se afana en solventar todos sus problemas.
En la dependencia instrumental la persona no es capaz de tomar las riendas de su propia vida, se siente insegura, carece de iniciativa y autonomía, tiene la sensación de no poder valerse por sí misma y no ser capaz de tomar sus propias decisiones o hacerse cargo de sus propias responsabilidades. El dependiente emocional suele ser alguien que ha tenido que apañárselas solo desde muy temprana edad mientras que el instrumental parece en la actualidad un niño indefenso dentro del cuerpo de un adulto.
¿Qué caracteriza a una relación destructiva?
El único motivo adecuado para iniciar o mantener una relación sentimental debería ser el refuerzo positivo que esta me aporta como persona, cómo me complementa y cómo contribuye (junto a otros sectores de mi vida: trabajo, amigos, familia, etc) a mi bienestar. ¿Por qué tengo una pareja? Porque no soporto la soledad, porque no imagino mi vida sin mi pareja aunque mi pareja no me hace feliz, porque no soy capaz de manejar mi vida yo solo. Cualquiera de estas respuestas debe tomarse como una señal de alarma que avisa sobre la posible existencia de una relación destructiva y desequilibrada.

Las consecuencias de la dependencia emocional


La dependencia afectiva es un problema que se debe solucionar cuanto antes, ya que suele envolver a la persona en una espiral de negatividad que puede dar pie a otros problemas psicológicos. Algunas de las consecuencias más comunes de la dependencia emocional son:
  • Rupturas de pareja repetidas. La persona que sufre una dependencia emocional de pareja se ve envuelta en un círculo de continuas rupturas y reconciliaciones. Lo que sucede es que, en el fondo, la forma de ser de su pareja no le satisface, pero como siente una necesidad enfermiza, termina dando su brazo a torcer porque no soporta la idea de perderla.
  • Insatisfacción y frustración. En realidad, el dependiente emocional nunca encuentra tranquilidad porque incluso cuando tiene a su lado a la persona que ama, le atormenta la idea de perderla. Como resultado, mantiene una relación agobiante que termina dando lugar a desencuentros y discusiones. De esta forma, vive en un estado de insatisfacción y frustración casi permanentes.
  • Pérdida del “yo”. La persona dependiente se va aislando, reduce su actividad social para entregarse por completo a su pareja. Poco a poco, deja de ser quien es, ya que, al centrarse tanto en el otro, deja de pensar en lo que desea o le gusta, y comienza a vivir a través de las necesidades y preferencias de su pareja. Sin embargo, cuando una persona abandona sus sueños y metas, el “yo” comienza a difuminarse y llega un punto en que ya no sabe si actúa de cierta forma porque realmente le satisface o solo porque desea agradar a la persona que tiene a su lado.
  • Celos patológicos. La persona dependiente suele entregarse por completo y a ciegas a la relación, por lo que espera lo mismo del otro, si no ocurre así, suele experimentar celos que alcanzan un nivel patológico. A medida que la relación avanza, el dependiente emocional exigirá cada vez más tiempo y muestras de cariño, llegando a agobiar al otro, por lo que, a la larga, si no logra superar la dependencia emocional, perderá a la persona amada.
  • Trastornos psicológicos. En muchos casos, la ruptura de la relación genera un trauma difícil de superar. La persona dependiente puede reaccionar escondiéndose tras comportamientos adictivos que pueden dar pie a la bulimia, el alcoholismo o la drogadicción. También es usual que aparezcan cuadros depresivos o que se desencadenen comportamientos obsesivos, que se convierten en una vía para liberar la tensión.
Fuente.-  Francisco Olivas

Agradecimientos.

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domingo, 21 de mayo de 2017

Trastorno Límite de la Personalidad (TLP)

Las personas que padecen un trastorno límite de personalidad experimentan un sufrimiento psíquico muy grande, atravesando momentos de mucha desesperación tanto ellos como quienes le rodean, familiares, parejas, amigos que no saben cómo tratarlos a veces para no hacerles daño o evitar que reaccionen de forma desmedida dañando a los que más quieren.



Las características principales que pueden definir al trastorno límite o TLP, son la inestabilidad emocional y la impulsividad, puesto que son altamente sensibles y presentan una alta reactividad ante los conflictos y problemas, principalmente a través de conductas impulsivas, que a pesar de buscar acabar con un malestar interno, a veces lo aumentan provocando algo peor.


La inestabilidad emocional se caracteriza porque ante determinados estímulos que la persona evalúa como negativos, puede sentir una angustia, miedo, ira o desesperación muy intensos, que se manifiestan en picos altos y bajos, a modo de montaña rusa de los estados de ánimo, generando una sensación interna de caos y descontrol que resulta abrumadora.

Este modo de reaccionar genera problemas en su autoimagen, objetivos y aspiraciones, que se van modificando al compás de los vaivenes emocionales ocasionando marcados sentimientos de inadecuación, vergüenza, que viven hacia adentro, desde su cara más oculta y por supuesto y sobre todo, dificultad para relacionarse con los demás.

Las relaciones interpersonales suelen ser intensas, fusionales e inestables. Pasan por etapas de alta idealización del otro, donde lo es todo y es lo mejor, pero también de un momento a otro, producto de los cambios bruscos emocionales, la misma persona se convierte en objeto de su desprecio, experimentando hacia ella una desvalorización absoluta.


Inicio del Trastorno Límite de Personalidad

El Trastorno Límite de la Personalidad aparece principalmente en la edad adulta temprana o la adolescencia. Aun así, generalmente el patrón inestable de interactuar con los demás ha existido previamente durante años y está estrechamente relacionado con la propia imagen de la persona y las interacciones sociales tempranas. El patrón de conducta se presenta en una variedad de entornos (por ejemplo, no sólo en el trabajo o en el hogar) y, a menudo se acompaña de una intensa labilidad (fluctúa su estado, a veces de una manera rápida) en las emociones y los sentimientos de una persona.
Aparentemente el TLP es más común en mujeres que en hombres (el 74% de casos diagnosticados son mujeres), pero esto no se sabe a ciencia cierta, hay quien dice que probablemente se reconoce con menos frecuencia en los hombres, que son menos propensos a buscar tratamiento. Se cree que afecta a entre el 1,6 y el 5,9 por ciento de la población general.

Características principales del TLP

Las personas con  TLP  son extremadamente sensibles a las circunstancias ambientales. La percepción de una separación o un rechazo inminente, o la pérdida de una estructura externa, puede llevarles a profundos cambios en su autoimagen, su afecto, su cognición y su comportamiento. Suelen experimentar intensos temores al abandono e ira inapropiada, incluso cuando se enfrentan a una separación de tiempo limitado y realista, o cuando hay cambios inevitables en sus planes (por ejemplo, la desesperación repentina como reacción al anunciar el final de un tratamiento médico, pánico o furia cuando alguien importante para ellos llega unos minutos tarde o debe cancelar una cita, etc.). De alguna forma tienden a creer que este “abandono” implica que ellos son “malos”. Estos temores de abandono están relacionados con una intolerancia a la soledad y la necesidad de tener constantemente otras personas a su lado.


Síntomas del TLP

Una persona con este trastorno también suele exhibir comportamientos impulsivos y tienen la mayoría de los siguientes síntomas:
  • Esfuerzos frenéticos para evitar un abandono real o imaginario.
  • Impulsividad en al menos dos áreas que son potencialmente dañina para sí mismos (por ejemplo, gastos, sexo, abuso de sustancias, conducción temeraria, atracones de comida).
  • Inestabilidad emocional debido a la reactividad significativa del estado de ánimo (por ejemplo, episodios de intensa disforia, irritabilidad o ansiedad que suelen durar unas horas y rara vez más de unos pocos días).
  • Un patrón de relaciones interpersonales inestables e intensas, caracterizadas por la alternancia entre los extremos de idealización y devaluación.
  • Alteración de la identidad, como una autoimagen o sentido de sí inestable significativa y persistente.
  • Conductas suicidas recurrentes, ya sea con gestos o amenazas, o comportamiento de automutilación.
  • Sentimientos crónicos de vacío.
  • Ira intensa y dificultad para controlarla (por ejemplo, muestras frecuentes de mal genio, enfado constante, peleas físicas recurrentes).
  • Pensamientos paranoides relacionadas con el estrés transitorios o síntomas disociativos graves
Por otro lado, según el psicólogo J. Pretzer, las personas con TLP conciben el mundo en términos dicotómicos, es decir, sus opiniones sobre ellos mismos, el mundo y el futuro tienden a ser completamente positivas o completamente negativas. Esta forma de pensar desemboca en emociones extremadamente intensas, extremas y rápidamente cambiantes, sin posibilidad de términos medios. Como consecuencia, los que se encuentran a su lado perciben estos cambios como irracionales y aleatorios.
Por suerte, el TLP generalmente disminuye de intensidad con la edad, muchas personas que han experimentado algunos de los síntomas más extremos, con el tiempo han ido disminuyendo, y los 40 o 50 años en la mayoría de ellos incluso han desaparecido.


¿Cómo se diagnostica el TLP?

Los trastornos de personalidad, como el TLP se diagnostican por un profesional de salud mental capacitado, como un psicólogo o psiquiatra. Los médicos de familia y médicos de familia en general, no suelen estar capacitados o bien equipados para realizar este tipo de diagnóstico psicológico. Así, mientras que puede consultar inicialmente un médico de familia acerca de este problema, se debe derivar a un profesional de salud mental para su diagnóstico y tratamiento.
Por desgracia, muchas personas con TLP no buscan tratamiento hasta que la enfermedad comienza a interferir de manera significativa o no afectar la vida de otra persona. Esto suele ocurrir cuando los recursos de afrontamiento de la otra persona se han agotado a la hora de lidiar con el estrés u otros eventos de la vida.

Causas del Trastorno Límite de la Personalidad

Todavía hoy no se sabe qué causa el TLP. Hay muchas teorías, sin embargo, sobre las posibles causas, sin embargo la mayoría de los profesionales apuntan a un modelo biopsicosocial de la causalidad, es decir, las causas son probablemente debido a la interacción de factores genéticos, sociales (por ejemplo, cómo una persona interactúa en su desarrollo temprano con su familia y amigos y otros niños), y psicológicos (la personalidad y el temperamento del individuo, moldeados por su entorno y su aprendizaje en habilidades para lidiar con el estrés de afrontamiento). Esto sugiere que ningún factor es responsable, más bien, es la naturaleza compleja y probablemente entrelazadas de los tres factores que son importantes. Si una persona tiene TLP, la investigación sugiere que hay un ligero aumento del riesgo para este trastorno que se “transmite” a sus hijos.

Tratamiento del Trastorno Límite de la Personalidad

Tratamiento del trastorno límite de la personalidad suele implicar psicoterapia con un terapeuta que tenga experiencia en el tratamiento de este tipo de trastorno de la personalidad. Los medicamentos también se pueden prescribir para ayudar con los síntomas preocupantes y debilitantes específicos.

Fuente.- Marta Guerri (psicoactiva)
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sábado, 20 de mayo de 2017

Trastorno Bipolar TB


Es un trastorno perteneciente a los llamados trastornos del estado de ánimo. Se lo ha denominado también como enfermedad maníaco depresiva.

Los estados de ánimo son más duraderos que las emociones. Van más allá de la tristeza que un sujeto pueda sentir en un momento determinado ante una situación concreta. Así, los estados de ánimo presentes en el Trastorno Bipolar se caracterizan por la existencia de episodios muy intensos donde los niveles de energía y cognición se consideran anormales, provocando episodios maníacos en los niveles más elevados y episodios depresivos en los más bajos. Los estados de ánimo incluyen el trastorno bipolar, el trastorno de depresión mayor y el distímico.


El estado de ánimo sufre oscilaciones a lo largo del tiempo. Cuando sucede dentro de unos límites normales se denomina eutimia. Cuando es anormalmente bajo se llama depresión. Cuando es anormalmente alto se llama hipomanía o manía. La alternancia de fases de depresión con fases de manía se llama trastorno afectivo bipolar.




El término bipolar en psicología, refiere a dos estados psicológicos: manía y depresión. Siendo estos dos estados los que se presentan y asocian al Trastorno Bipolar. Manía alude a todos aquellos aprendizajes-experiencias mentales emocionales y físicas que comprenden las fases de activación del TB. La depresión bipolar es un estado de inactivación donde la persona evidencia una escasa motivación baja en energía vital y un buen apetito que se traduce en fluctuaciones del aumento de peso, de somnolencia diurna y lapsos de conciencia.

No hay que confundir la depresión bipolar con otro tipo de depresiones puesto que aun siendo algunos síntomas iguales o muy parecidos, las enfermedades son distintas. ¿Por qué? porque unas son localizadas en diferentes partes del cerebro y gobernadas por sistemas bioquímicos distintos.




Las personas que padecen de trastornos en estado de ánimo experimentan cambios  poco comunes y bastante frecuentes. Entre los episodios mantienen una cierta normalidad general.

El Trastorno Bipolar implica tener ciertos patrones de cambios extremos en el estado anímico caracterizados por la presencia de episodios maníacos alternados por episodios de mayor depresión. Por lo que el sujeto oscila entre la alegría o euforia e hiperactividad (excitación y dinamismo exagerado, con disminución de la capacidad de concentración y de la necesidad de sueño),  y la tristeza extrema de una forma más marcada que la persona que no padece de TB. La fase depresiva se caracteriza por sentimientos de profunda tristeza, culpa, baja autoestima y soledad, con hipoactividad y marcada apatía. Los patrones pueden ser: cíclicos o alternos; en grados leves, moderados o graves; de temporalidad de sucesiones rápida (periodos breves de tiempo).
El Trastorno Bipolar es fundamentalmente de estado depresivo, lo que significa que suelen pasar más tiempo con episodios depresivos en el ciclo anual. Los ciclos de alteración suelen variar. En la fase inicial los ciclos son irregulares presentando de 1 a 2 al año. En las fases posteriores la regularidad puede presentarse de 2 a 4 ciclos al año, siendo 4 el que se considera de ciclo rápido. La duración de estos ciclos también es variable. Los estados anímicos pueden durar de 1 a 2 semanas prolongándose en el tiempo, por ser más intensos y fuertes,  hasta el mes o más.

El comienzo de este trastorno suele manifestarse entre el final de la etapa adolescente o el inicio de la edad adulta, aunque también aparece en etapas más tempranas de la niñez. En este último caso, el de la niñez, lo habitual es encontrarse unos ciclos que presentan un estado mixto, tanto el maníaco como el depresivo en el mismo episodio.


Los cambios que se producen en el comportamiento son variables. En cada persona se manifiestan de diversas maneras estando relacionados con la personalidad directa del individuo.

En los episodios maníacos la persona manifiesta conductas y sentimientos de:

  • ·       Alegría y excitación. Nerviosismo y alteraciones de ansiedad o euforia.
  • ·       Hablan muy rápido y son capaces de hablar de muchas cosas diferentes a la vez.
  • ·       Están inquietos y sufren de momentos irritables y enfado.
  • ·       Tienen verdaderos problemas para relajarse o conciliar el sueño.
  • ·       Pueden hacer cosas o actividades muy arriesgadas.

En los episodios depresivos la persona manifiesta conductas y sentimientos de:

  • ·       Tristeza profunda sin ningún tipo de activación de la energía.
  • ·       Cansancio producido por la falta de energía vital.
  • ·       Pierden el interés por realizar actividades.
  • ·       Se olvidan de las cosas con mayor facilidad. Tienen problemas de concentración.
  • ·       Dificultad para dormir.
  • ·       Se sienten vacíos.
  • ·       Tendencia a pensamientos de muerte o suicidio.
Como se demuestra, los comportamientos son muy variables dentro de unas escalas extremas. El TB impide el pensamiento, que se ve reducido por la incapacidad de concentración y atención derivando en pensamientos obsesivos y problemas de atención. Los extremos son tan drásticos que dañan las relaciones sociales provocando bajos rendimientos escolares, académicos o laborales pudiendo llegar al suicidio.

La persona no llega a ser consciente del consumo impulsivo que puede realizar bien sea en  la cantidad de dinero que puede llegar a gastar, o el consumo de alcohol o drogas a los que expone su conducta. Las actividades de riesgo también ejercen un serio problema, pues no ven al peligro que someten su vida en cierto tipos de actividades que realizan de manera irracional como conducción temeraria, indiscreciones sexuales, participación en negocios arriesgados. Se insiste en que son conductas totalmente impulsivas. Esto se debe al desequilibrio electroquímico en los neurotransmisores cerebrales que caracterizan al TB, por lo que les dota de mayor exposición a accidentes con aumento de la mortalidad y otras enfermedades.




Las causas de cómo se produce esta enfermedad no están claras aún. Se conoce que el trastorno se produce por una alteración en el sistema nervioso (SN) que afecta tanto al cerebro como al cuerpo en general. Factores de índole genética y hereditaria, biológica y ambiental producen cambios en las células del cerebro y éstas a su vez, provocan desequilibrios bioquímicos en las estructuras del SN dando como resultado fluctuaciones anormales de las funciones cerebrales como las emociones y los procesos del pensamiento alterando la capacidad de atención.

El trastorno bipolar es muy difícil de detectar y diagnosticar. No se detecta por medio de analíticas ni exámenes de escáner cerebrales, sino que se basa más en el historial clínico del paciente. Y una vez detectado y realizado el diagnóstico el daño es irreversible. Pero si el trastorno no es detectado ni tratado empeorará con el paso del tiempo.

En determinadas zonas cerebrales como el lóbulo pre-frontal y temporal, la amígdala y el hipocampo, se encaminará al deterioro. Estas regiones están interconectadas. En el caso de sufrir TB, las células mueren a una velocidad superior. El hecho de sufrir un episodio maníaco o depresivo puede provocar cambios permanentes en las células nerviosas de la amígdala activando o propiciando las células anormales, de ahí se entiende que la TB sea irreversible. Es muy probable que lesiones cerebrales, ataques de apoplejía o epilépticos en el lóbulo temporal como región diana, puedan originar síntomas semejantes a los de TB. Como se espera, el historial clínico del paciente se hace pues indispensable.



Los estudios realizados hasta el momento estipulan que el Trastorno Bipolar es:

-Uno de los trastornos mentales cada vez más corrientemente diagnosticado entre los países desarrollados.

-Aproximadamente el 2% de la población mundial será diagnosticado en algún momento de su vida de TB.

-El espectro de la enfermedad se considera desde grados leves, moderados a graves.

Dentro de estos estudios las investigaciones se han centrado en uno de los principales tratamientos del TB. Éste es el litio. Existe una gran variabilidad entre los pacientes sometidos a esta sustancia con respecto a la respuesta del tratamiento. Sólo el 30% de los pacientes responden de manera efectiva al mismo.

De los estudios genómicos, se ha identificado a cuatro polimorfismos genéticos asociados a la respuesta del tratamiento con litio en pacientes con TB. Este trabajo de investigación representa una enorme repercusión dentro de las investigaciones, puesto que, por una parte permitiría la identificación de pacientes con mayor probabilidad de responder al litio y por otra conocer mejor el mecanismo de acción de dicho fármaco que pudiera facilitar el desarrollo de otras alternativas terapéuticas.

Al pertenecer a un trastorno crónico, se requiere de un tratamiento farmacológico indefinido, pero no existe en ningún caso la cura completa del TB, al menos por el momento. Esto significa que el tratamiento puede servir de ayuda en el control de los episodios y la disposición de los mismos. El tratamiento farmacológico siempre debe ser continuado. Sólo podrá ser interrumpido por prescripción médica. También será más efectivo si se combina con otro tipo de tratamiento como la psicoterapia.

Tratamiento farmacológico: existen distintos tipos a los que cada individuo responde de manera concreta. Bajo el diagnóstico se debe hacer una selección y probar cuál es el mejor tratamiento para cada caso concreto. Entre la variedad se encuentran los fármacos familiares de benzodiacepinas, antipsicóticos, estabilizadores del ánimo, siendo los más frecuentes.
Tratamiento Psicoterapéutico: ayuda al paciente para conocerse mejor a sí mismo y poder enfrentarse al problema. El psicoterapeuta ayuda a reconocer los desencadenantes del problema y desarrolla recursos para ayudar al paciente a mejorar sus estados episódicos.
Tratamiento de ayuda en psicoeducación: permite conocer las nociones operativas de la enfermedad, reconocer los miedos reales de los miedos infundados; para poder crear un ambiente saludable y favorecer la autoestima del propio individuo, mejorando así sus relaciones personales y sociales.

Feunte .-eLa Counselling by Beatriz M. González is licensed under a Creative Commons


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sábado, 6 de mayo de 2017

Duelo que no se ha resuelto


Existen diferentes tipos de duelo, siendo el denominado patológico o complicado el que mayores repercusiones puede tener sobre la persona que lo sufre, así como sobre el entorno de la misma.


El proceso de duelo puede ser definido como una respuesta emocional producida por la separación o pérdida irreversible de alguien o algo significativo para la persona. Además de tratarse de un proceso común ante una pérdida relevante, se han descrito diferentes tipologías de duelo que ocasionan diversas complicaciones o problemas.

Una de las tipologías que más repercusiones puede tener es el conocido “duelo patológico” o “complicado”, cuyos síntomas mantienen una alta persistencia e intensidad que provoca la ruptura de la vida laboral, académica o social de uno o varios miembros del núcleo familiar. Asimismo, cuando se producen reacciones emocionales muy intensas que repercuten en el día a día de la persona, su duración se prolonga durante meses o años y aparece otra sintomatología ausente en los procesos normales de duelo como alucinaciones relacionadas con la persona fallecida, ideas delirantes o pensamientos recurrentes de suicidio, podemos hablar también de duelo patológico. A través de las diversas investigaciones, se ha encontrado que el 16% de las personas que han sufrido una pérdida personal experimentan sentimientos depresivos, y el 5% llegan a sufrir un proceso de duelo complicado.
Por otro lado, en este tipo de duelo es frecuente encontrar un predominio de estrategias de afrontamiento negativas que contribuyen al mantenimiento y agravamiento del problema. Las más frecuentes son las siguientes:
  • Anclaje en recuerdos pasados.
  • Formulación de preguntas sin respuesta referidas a la pérdida.
  • Abandono del cuidado personal.
  • Aislamiento social.
  • Consumo abusivo de alcohol y otras sustancias.
  • Reducción de actividades gratificantes.

Características del duelo patológico


nivel físico, este proceso suele manifestarse a través de alteraciones en el sueño y el apetito, fatiga, dolor muscular, estreñimiento, cefalea, etc. Por otro lado, a nivel psicológico, se caracteriza por la presencia de autorreproches, pensamientos suicidas, aislamiento social, tristeza profunda, enlentecimiento psicomotor, etc. Durante las fases iniciales suelen predominar los síntomas físicos, aunque estos suelen declinar con el tiempo y acentuarse los de naturaleza psicológica.
Este tipo de problema suele manifestarse en forma de trastorno depresivo, aunque puede realizarlo también en forma de problema de ansiedad o de somatización, lo que genera grandes dificultades en su detección e intervención; requiriendo una evaluación minuciosa del problema presente.

Tipologías de duelo


En la actualidad, además de la distinción entre duelo normal y patológico, se ha elaborado una clasificación de cinco patrones de duelo diferentes:
  • Retardado. Posee las características comunes del proceso normal de duelo pero suele iniciarse un tiempo después de producirse la pérdida; por lo general, 2 o 3 semanas o incluso varios meses más tarde. En algunas ocasiones, puede estar desencadenado por una situación estresante ajena a la pérdida.
  • Ausente. Se produce cuando no aparece ninguna reacción emocional asociada a la pérdida. La persona afectada actúa como si no hubiera pasado nada.
  • Crónico. Se caracteriza por iniciarse en la fase más aguda del proceso de duelo, permaneciendo durante años los síntomas de ansiedad y depresión, así como una gran obsesión y preocupación por aquello perdido.
  • Inhibido. Consiste en la incapacidad para expresar el malestar experimentado por la pérdida debido a la presencia de limitaciones personales o sociales. Por ejemplo ante situaciones de retraimiento o por una gran dedicación y ayuda a otras personas.
  • Desautorizado. Se produce en aquellas situaciones en las que el entorno no legitima o autoriza la expresión de dolor por la pérdida. Por ejemplo los reproches de los familiares a una persona mayor que continúa llorando después de un largo periodo de tiempo.
  • Son muchos lo factores implicados en los procesos de duelo (factores personales, ambientales, tipo de pérdida, vinculación con lo perdido, otras situaciones estresantes…), lo que da lugar a una gran variedad en la respuesta de la persona ante una pérdida.
    De esta forma, resulta fundamental detectar el tipo de proceso por el que está atravesando la persona con el objetivo de valorar si es necesario intervenir y llevar a cabo el tratamiento más adecuado para prevenir otras problemáticas más graves.
Referencias
ABC.es. (2013). El duelo patológico puede convertirse en depresión. Revisado el 30 de agosto de 2016 del sitio web: http://www.abc.es/salud/noticias/20121031/abci-duelo-patologico-puede-convertirse-201309041649.html
Echeburúa, E. y Herrán, A. (2007). ¿Cuándo el duelo es patológico y cómo hay que tratarlo?. Análisis y modificación de conducta. Vol. 33, N° 147. Revisado el 30 de agosto de 2016 del sitio web: http://www.uhu.es/publicaciones/ojs/index.php/amc/article/viewFile/1205/1698
Es.wikipedia.org. (2016). Duelo (psicología). Revisado el 30 de agosto de 2016 del sitio web: https://es.wikipedia.org/wiki/Duelo_(psicolog%C3%ADa)#Tipolog.C3.ADa_del_duelo
Ineco.org.ar. Duelo Patológico | INECO – Instituto de Neurología Cognitiva. Revisado el 30 de agosto de 2016 del sitio web: http://www.ineco.org.ar/duelo-patologico/
Manejodelduelo.com. Síntomas del duelo Patológico o Complicado. Revisado el 30 de agosto de 2016 del sitio web: https://manejodelduelo.com/sintomas-del-duelo-patologico-o-duelo-complicado/
Plusesmas.com. Tipos de duelo: ¿cómo reaccionamos?. Revisado el 30 de agosto de 2016 del sitio web: http://www.plusesmas.com/salud/la_muerte_y_el_duelo/tipos_de_duelo_como_reaccionamos/636.html
Psicoayuda.jimdo.com. Tipos de duelo – para conocer, entender y superarse. Revisado el 30 de agosto de 2016 del sitio web: http://psicoayuda.jimdo.com/4-claves-para-mejorar/duelo/tipos-de-duelo/
Zazo, S. (2009). Duelo, duelo patológico, duelo complicado. Revisado el 30 de agosto de 2016 del sitio web: http://www.psicoterapeutas.com/paginaspersonales/susana/duelo.html



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