Introducción
Un impulso se caracteriza por ser algo que todas las personas
viven o sienten en algún momento a lo largo de su vida, y se trata de llevar a
cabo una acción de forma emocional o, por decirlo de otra forma, hacer algo
“sin pensar”.
Habitualmente, la persona es perfectamente capaz de gestionar
estos impulsos, dejándose llevar en mayor o menor medida. Sin embargo, en
algunas personas esta capacidad se ve altamente alterada, pudiendo desencadenar
un desorden mental conocido como trastorno del control de impulsos.
¿Qué es el trastorno del control de los impulsos?
El trastorno del control de impulsos se define, como aquellos
trastornos en los que la persona experimenta grandes dificultades o no es capaz
de soportar o resistirse al impulso de cometer una acción que acabará
siendo nociva para la propia persona o para los demás.
En casi todas estas alteraciones de la conducta, el paciente
experimenta una sensación de tensión o de gran activación previa a la
realización de la acción, seguida de una emoción o sentimiento placentero, de
gratificación o, incluso, de liberación.
No obstante, en ocasiones el paciente puede sentir
sentimientos de culpabilidad y auto-reproches. Sin embargo, no es una condición
obligatoria del trastorno del control de impulsos.
La sintomatología suele crónica y en un gran número de veces
intrusiva, llegando a interferir en diferentes áreas de la vida del paciente.
Asimismo, las personas afectadas por un trastorno de control de impulsos
tienden a poseer un déficit en la capacidad para controlar sus
emociones, lo que unido a los síntomas propios del trastorno puede
provocar también una serie de alteraciones emocionales.
En la mayoría de los casos, la afección comienza en la etapa de
la infancia o la adolescencia y los síntomas tienden a agravarse con el tiempo.
Clasificación
A pesar de que existen numerosas alteraciones psicológicas
caracterizadas por un déficit en el control de los impulsos, algunos de
los trastornos de control de impulsos más conocidos son los siguientes.
1. Trastorno explosivo intermitente
En el trastorno
explosivo intermitente la persona experimenta capítulos
recurrentes de conductas impulsivas, caracterizadas por ser de carácter
agresivo y virulento. Asimismo, también puede acometer arrebatos de
manifestaciones verbales coléricas y reacciones desproporcionadas a cualquier
situación.
Algunos de sus síntomas incluyen rabietas, violencia doméstica o
lanzar y romper cualquier objeto que el paciente tenga a mano.
2. Cleptomania
A pesar de ser uno de los trastornos con más fama dentro de los
trastornos del control de impulsos, la cleptomanía es una alteración
compleja que se define como la incapacidad de refrenar o dominar el impulso de
robar.
Una persona
cleptómana experimenta un irresistible impulso de robar, en
muchas ocasiones, con el objetivo de apaciguar sus emociones. Asimismo, una
peculiaridad poco conocida de la cleptomanía es que el paciente suele sentir
culpabilidad tras acometer el robo.
3. Tricotilomanía
La
tricotilomanía se caracteriza porque la persona es incapaz
de reprimir el impulso de tirarse del cabello, llegando a arrancarlo y
provocándose decalvaciones. Es alteración está muy asociada a la tricofagia, en
la que la persona además de arrancarse el pelo lo ingiere de forma compulsiva.
4. Piromanía
5. Ludopatía
La ludopatía
también es conocida como juego compulsivo, y en ella la persona
siente una incontrolable urgencia o necesidad de realizar o persistir en
conductas relacionadas con el juego, aunque esto implique un grave deterioro en
su vida o grandes pérdidas a nivel económico.
6. Dermatilomanía
Esta es una afección poco conocida en la que la persona
siente la necesidad compulsiva de arañarse, rozar, pellizcarse o rascarse la
piel.
7. Onicofagia
Caracterizada por el hábito, a veces, compulsivo, de morderse las
uñas. La onicofagia es posiblemente el trastorno de control de
impulsos más extendido y seguramente el más aceptado socialmente.
8. Compras compulsivas
9. Síndrome del acaparador compulsivo
En este síndrome la persona tiende o tiene la obsesión de
recolectar y almacenar objetos de manera desmesurada; sin importar que estos
carezcan de cualquier valor, o bien sean nocivos o perjudiciales para la salud.
En estos casos las personas pueden llegar a vivir hacinadas en
sus casas, rodeadas de cientos de objetos apilados por el hogar. Asimismo,
también pueden llegar a recoger animales, sosteniendo a una gran cantidad de
animales, en muchas ocasiones bajo condiciones de poca salubridad.
Síntomas
de estos trastornos
Debido a la gran cantidad y diversidad de alteraciones del
comportamiento que engloban los trastornos del control de impulsos, existen
una infinidad de síntomas y signos propios de estos. Y estos variarán en
función del tipo de afectación que sufra la persona.
Esta sintomatología se puede dividir en síntomas físicos,
conductuales, cognitivos y psicosociales.
Síntomas físicos
Marcas como cardenales, contusiones o
magulladuras
Cicatrices de quemaduras consecuencia de
experimentar con el fuego
Síntomas conductuales
Capítulos de furia explosiva
Comportamiento colérico frente a
cualquier persona, animal u objeto
Conductas de robo
Mentiras
Experimentar constantemente con fuego o
generar incendios
Síntomas cognitivos
Falta de control de impulsos
Falta de concentración
Ideas intrusivas
Esquemas de pensamiento obsesivos
Esquemas de pensamiento compulsivos
Síntomas psicosociales
Inquietud
Temperamento irritable o agresivo
Aislamiento y soledad
Desapego emocional
Referencia.- Isabel Rovira Salvador
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