Por otra parte, las relaciones que establecemos con las personas nos permiten crecer. Compartir puntos de vista diferentes nos ayuda a asumir una postura más abierta y flexible hacia el mundo que nos rodea y potencia la empatía, la tolerancia y la Inteligencia Emocional.
Además, numerosos estudios han demostrado que contar con una sólida red de apoyo social no solo actúa como un
agente protector contra numerosas enfermedades, sino que también nos añade años
de vida. Desgraciadamente, no siempre sabemos sacarles el mejor
partido a las relaciones interpersonales y a menudo nos vemos inmersos en
vínculos tóxicos que causan más daño que bien.
¿Por qué surgen los conflictos en las relaciones?
Las dificultades en las relaciones
interpersonales pueden surgir por múltiples razones. No obstante, lo más
usual es que exista en la base una incapacidad para resolver los
conflictos de manera asertiva. El
encuentro entre dos personas también es el encuentro de dos mundos, de dos
perspectivas que no siempre tienen por qué coincidir. La manera
en la cual manejemos esas discrepancias será fundamental para mantener
relaciones que nos nutran o, al contrario, sumirnos en una espiral tóxica.
Cuando ocurre un conflicto de intereses, podemos asumir una
postura flexible y abierta al diálogo o, al contrario, podemos parapetarnos
detrás de nuestras creencias y profundizar aún más la brecha hasta que sea
insalvable. Esta manera inadecuada de enfrentar los conflictos a
menudo proviene de nuestra infancia, quizás se trata de un estilo de
comunicación aprendido de nuestros padres o de alguien cercano.
En otras ocasiones los problemas en las relaciones interpersonales
se crean debido a los estereotipos, creencias erróneas y sesgos cognitivos. En
estos casos, en el origen, siempre se encuentra una valoración inadecuada, ya
sea de la situación o de la otra persona. Por ejemplo, un error muy común que
cometemos en la comunicación es pensar que los demás saben lo que queremos. De
esta forma, si nuestra pareja no adivina nuestros deseos, nos enfadamos porque
creemos que tiene la obligación de leernos la mente.
Otro problema que suele afectar profundamente las relaciones
interpersonales, ya sea en la comunicación entre familiares, amigos o en la pareja consiste en utilizar un
estilo comunicativo indirecto. ¿De qué se trata? Es cuando
preferimos irnos por las ramas y echar mano a quejas de carácter general en vez
de afrontar el tema directamente, expresando nuestra opinión y sentimientos.
Obviamente, una comunicación de este tipo no solo no ayuda a resolver el
problema sino que crea una tensión y un malestar que aumentan paulatinamente.
¿Cuáles son las consecuencias más comunes de los conflictos en las
relaciones interpersonales?
Todos los problemas que surgen en el marco de las relaciones interpersonales no nos
afectan de la misma manera ni con la misma intensidad. No obstante, cuando el
problema es grave y la otra persona es significativa para nosotros, podemos
sufrir verdaderos
cuadros depresivos o sumirnos en un estado de ansiedad permanente que puede
desembocar incluso en un ataque de pánico.
Otras veces reaccionamos con violencia y dejamos crecer la
ira y el rencor dentro de nosotros. Reprimir estas emociones es muy
dañino pero volcarlas sobre los que nos rodean, que probablemente no tienen la
culpa de lo ocurrido, es aún peor porque solo sirve para agudizar esa sensación
de incomprensión, falta de comunicación y soledad.
En otros casos, los conflictos en las relaciones provocan
profundos sentimientos de culpa y desencadenan un círculo vicioso de
pensamientos y emociones negativas que nos pueden llevar a poner en entredicho
nuestra valía como persona.
No obstante, una de las consecuencias más
graves de los conflictos en las relaciones interpersonales es la pérdida de la
confianza. Hay personas que, al ser heridas, comienzan a desconfiar
de los demás y adoptan una actitud distante con el objetivo de no volver a
sufrir, es como si se relacionaran con una coraza. En esos casos, se cierran a todo lo bello que reportan las
relaciones interpersonales y se niegan la felicidad.
Algunas relaciones, sean del tipo
que sean, ( de amistad, de pareja, familiares etc), llegan a ser tóxicas. Son relaciones
a las que una persona se engancha fácilmente y de la que le resulta imposible o
muy difícil salir.
Una relación tóxica está determinada por ciertos momentos en los que preferimos no estar con esa persona y en las que nos sentimos manipulados. Son relaciones en las que a pesar de que sabemos que lo estamos pasando mal, no conseguimos ponerle fin.
En este tipo de relaciones ambos miembros de la pareja o de la relación sufren más en ella que lo que la disfrutan. No obstante, utilizan todo tipo de justificaciones creyendo que la relación puede cambiar e incluso se desgastan emocionalmente intentando conseguir que la otra persona también cambie.
Las consecuencias de vivir este tipo de relaciones son un estrés y una ansiedad intensos, así como un desgaste emocional importante, que puede derivar en una alteración del ánimo.
¿Por qué aún sabiendo que una persona no nos conviene seguimos manteniendo una relación con esta persona?
·
Por intentar que la otra persona cambie intentando
facilitarle la solución a sus problemas. En este caso nos olvidamos de que para
que haya un cambio en la persona, es necesaria una predisposición.
·
Por tanto, el hecho de que nos consideremos
responsables de que la otra persona cambie, sólo nos llevará a una frustración
y a un mayor sufrimiento y desgaste emocional.
·
Por la existencia de una depencia emocional: a veces
la persona intenta suplir una carencia afectiva con la otra persona e intenta
que esa persona le aporte lo que ella misma a día de hoy es incapaz de
ofrecerse. Al exigir algo que no recibe, intensifica su desgaste emocional.
Por miedo a estar solo/a
Por miedo a la incertidumbre
Por miedo a la incertidumbre
Por no saber comunicarnos asertivamente ni poner límites en las relaciones interpersonales.
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