viernes, 13 de julio de 2018

Técnica de Resolución de Problemas

¿Te es difícil tomar una decisión?

Contar con una técnica eficaz de resolución de problemas va a ayudarnos a que las decisiones importantes que tomemos sean más acertadas. Esta estrategia de resolución de conflictos, nos permitirá reducir el estrés o la ansiedad que sentimos ante la incapacidad de tomar decisiones. 
Técnicas de resolución de problemas
¿Qué son las técnicas de resolución de problemas?

¿Alguna vez te has visto incapaz de solucionar algún problema? ¿Tiendes a equivocarte en las decisiones que tomas? ¿Por mucho que hagas no te sientes con la capacidad de llegar a una solución?  ¿Tomas decisiones rápidamente sin detenerte a analizar otras posibles soluciones y consecuencias? En cualquiera de los casos, seguro que te vienen bien esta técnica de resolución de problemas. ¡Sigue leyendo!

¿Qué es la técnica de resolución de problemas?

En psicología cognitiva, el término solución (o resolución) de problemas se refiere al proceso mental que la gente lleva a cabo a la hora de descubrir, analizar y resolver sus problemas. Esto implica todo un proceso en el que se incluye descubrir el problema, la decisión para atajarlo, entender el problema, investigar las posibles soluciones, y llevar a cabo las acciones para conseguir nuestros objetivos.
Bien porque te genere ansiedad tomar decisiones o solucionar ciertos problemas, o bien porque te enfrentas a una problema difícil, la técnica de resolución de problemas es muy útil. Además, en algunos trastornos, como la depresión, las personas se sienten incapaces de tomar decisiones y solucionar sus problemas. Están paralizados y no saben como empezar. Por ellos, en estos casos, se lleva a cabo esta técnica de resolución de problemas, no sólo para que realmente se solucionen, sino para que aprendan a como abordarlos y buscar soluciones por sí mismos.
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Estilos en la resolución de problemas

Las personas a menudo tenemos diferentes formas de abordar los problemas, algunas son más eficaces que otras. Aquí vemos las más relevantes:
  • Estilo impulsivo-descuidado: Este estilo se caracteriza porque se responde a los problemas de forma activa, pero sin pararse a pensar en ellos. De forma rápida, incompleta e ineficaz. Tienden a utilizar las primeras ideas que les vienen a la mente sin pensar más allá, normalmente este estilo de resolución de problemas se caracteriza por bajos niveles de inhibición. Tampoco reflexionan acerca de las consecuencias de esas soluciones.
  • Estilo evitativo: Se aplaza y evita continuamente la toma de decisiones. Se caracteriza por un estilo pasivo e inactivo. Se creen incapaces de tomar decisiones y a veces dependen de los demás para ello. También intenta que los demás se responsabilicen de sus problemas.
  • Estilo racional: Es el estilo más eficaz a la hora de resolver los problemas, y el que suele llegar a los mejores resultados. Se caracteriza por la deliberación y planificación sistemática. Recopilan la información relevante, identifican obstáculos, generan una gran variedad de alternativas… Comparan los pros y los contras de cada una de ellas y ponen en marcha el plan.
El objetivo de la técnica de resolución de problemas es ayudarte a llevar a cabo un estilo racional, ya que los otros dos estilos suele llevarnos a decisiones erróneas y poco eficaces.
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Técnica de resolución de problemas: pasos a seguir

A continuación detallamos los pasos a seguir en la técnica de resolución de problemas.

1. Identifica el problema o los problemas que quieres resolver

Plantéate si tienen, de hecho, solución. No todos los problemas se pueden resolver como tal, sino que tenemos que aprender a vivir con ellos de la mejor manera posible.

2. Define el problema detalladamente

Para esta técnica de resolución de problemas tenemos que intentar ver los problemas como oportunidades. En este punto puedes usar una lista estructurada de preguntas para ayudarte a profundizar en él:
  • Qué: Qué quieres conseguir exactamente, qué pasaría si no tomaras una decisión o encontraras una solución, qué necesitas para encontrarla, qué significaría para ti solucionarlo.
  • Por qué: por qué quieres llegar a una solución, por qué ha surgido el problema. Analiza todos los porqués posibles.
  • Cómo: cómo sería la situación diferente, cómo puedo implicar personas relevantes.
  • Dónde: dónde apareció el problema, dónde este tiene impacto, es el ‘donde’ importante, si es así, ¿por qué?
  • Quién: a quién estoy intentando agradar, a quién le importa esta situación, a quién le afecta, quién está implicado, quién necesita estar informado.
  • Cuándo: cuando apareció el asunto, cuándo se necesita que actúe, cuándo se prevee que esté resuelto.

3. Busca soluciones

Para solucionar nuestros problemas, primero debemos proponer todas las soluciones que se nos ocurran. En este paso no nos importa si son descabelladas o poco posibles de llevar a cabo. Nos interesa tener la mayor cantidad de soluciones posibles. Lo mejor es llevar a cabo una “lluvia de ideas”, no le pongas filtro.
Por ejemplo, si el problema es que no llegamos a fin de mes podemos proponer las siguientes soluciones: buscar otro empleo, pedir un aumento de sueldo, reciclarnos laboralmente, entrar en una mafia, robar un banco, pedir un crédito, pedir dinero prestado a un familiar…
Como ves, hay soluciones más factibles y otras menos. Robar un banco o entrar en una mafia quizá no son las soluciones más deseables, al margen de que vaya en contra de la ley. Pero eso ya lo analizaremos en el siguiente paso.

4. Analiza las consecuencias

Como hemos visto hay soluciones que parecen mejores y otras peores. Otro paso en este proceso de solución de problemas es analizar las alternativas pensando en sus consecuencias. El objetivo de este paso eliminar las soluciones que no nos parecen buenas, analizando sus consecuencias.
Por ejemplo, siguiendo con el ejemplo anterior, entrar en la mafia o robar un banco no son deseables porque podemos acabar en la cárcel y perjudicar a muchas personas. Podemos pedir un crédito, pero igual luego no o podemos devolver y tendríamos más deudas. Podemos pedir dinero prestado a un conocido pero puede que él lo necesite tanto como yo. Por lo tanto nos quedaríamos con las tres primeras soluciones: buscar otro empleo, pedir un aumento de sueldo, reciclarnos laboralmente. Con estas opciones podemos detallar también sus consecuencias y los pasos a seguir en cada una. Analizando esto llegaremos a la opción que más nos convenga.
Para ayudarte en este paso puedes considerar tres factores:
  • Validez operacional: ¿Realmente puedes llevar a cabo esa solución al problema, o solo puedes hablar de ella?
  • Validez económica: ¿Te va a reportar algún beneficio económico? ¿Como vas a saber qué está funcionando esa solución?
  • Compromiso personal: ¿Realmente crees en esa idea? ¿Quieres ser esa clase de persona, hacer esa clase de trabajo o llevar ese tipo de negocio?

5. Pasar a la acción

¿De qué sirven todos los pasos anteriores si luego no llevamos a cabo la solución que hemos planteado? El objetivo fundamental del proceso de solución de problemas es realizar acciones para solucionarlos. Pero antes de pasar a la acción, es interesante realizar un plan de acción, sobre todo cuando nuestras soluciones sean algo complejas.
En el ejemplo anterior, si hemos elegido reciclarnos profesionalmente para acceder a un empleo mejor, ¿cómo lo vamos a hacer?:
  • Pensar a qué otras cosas me gustaría dedicarme, elegir una.
  • Informarme bien acerca de esa profesión.
  • Buscar cursos de formación, posgrados, masters.
  • Buscar empleos
Una vez que lo tenemos claro podemos pasar a la acción, sin perder de vista todos los pasos anteriores que hemos dado.

6. Examinar los resultados

Ya hemos llevado a cabo nuestro plan de acción para solucionar nuestro problema. Ahora nos debemos preguntar:
  • ¿Ha funcionado?
  • ¿Los resultados que hemos obtenido son los que queríamos?
  • ¿Estamos perfectamente satisfechos con la resolución?
Si la respuesta a alguna de estas preguntas es negativa, debemos empezar el proceso de nuevo. Examina el problema, revisa su definición, revisa las posibles soluciones… ¿Se te ocurre alguna otra solución? ¿Puedes probar con otra? Si la solución que has llevado a cabo es la única que se te ocurre o que quieres realizar, puede que haya habido algún fallo en el paso de ejecución. Analízalo detalladamente y no desistas. ¡Inténtalo de nuevo!
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Obstáculos en la solución de problemas

Al llevar a cabo la técnica de resolución de problemas podemos encontrarnos con ciertas dificultades y obstáculos que pueden interferir en nuestra habilidad para resolver el problema de forma rápida y eficiente. Algunos de ellos son:
  • Fijación funcional: Este término se refiere a la tendencia a ver los problemas solo de la manera acostumbrada. Esto nos dificulta ver todas las diferentes opciones que pueden estar disponibles.
  • Información irrelevante o engañosa: Cuando intentamos resolver un problema, es importante distinguir la información relevante de la irrelevante que nos puede llevar a soluciones incorrectas. Cuanto más complejo se vuelve el problema, más fácil es dejarse llevar por la información engañosa.
  • Asunciones: Cuando estamos tratando con un problema, la gente habitualmente hace asunciones acerca de los obstáculos y dificultades que nos van a impedir llegar a esas soluciones.
  • Disposición mental: Otro problema común es nuestra disposición mental. Se refiere a la tendencia a usar sólo soluciones que han servido en el pasado, en lugar de buscar ideas alternativas. Esto funciona como atajos mentales o sesgos cognitivos, que a veces pueden ser útiles, pero otras afianzan nuestra rigidez de pensamiento y conducta. Esto dificulta encontrar soluciones efectivas.
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¿Cómo acabamos con estas dificultades?

Para minimizar los obstáculos que puedan aparecer en durante la técnica de resolución de problemas es importante que estimulemos nuestro pensamiento divergente y el pensamiento creativo. También puede resultar muy útil consultar con otras personas, que nos ayudarán a ver las cosas de otra manera, e incluso nos pueden proponer opciones e ideas que no se nos habrían ocurrido.
También tenemos que dejar de tener miedo al fracaso y dejar de anticipar las posibles dificultades. No pasa nada por equivocarnos. Si hemos tomado una decisión que pueda parecernos equivocada, no hay que verlo como un error sino como una posibilidad de aprender. Ya sabemos que esa decisión era errónea y que debemos probar algo distinto. Además, anticipar las dificultades no nos ayuda en nada, sólo a generarnos malestar y ansiedad y nos aleja de nuestras metas.

Ref.- Andrea García Cerdán 


AGRADECIMIENTOS.


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